Gitanas

-¿Sabés? No le tengo miedo a la muerte – dijo la joven.
-Es fácil decirlo. Vos ya estás muerta – replicó la madre.

-¿Sabés, mami? – La joven quería comenzar una charla, hablar de algo, cualquier cosa. El viaje se estaba tornando aburrido.
-Qué, mi amor…- respondió la madre, desganadamente. No apartaba los ojos de la ruta. Le gustaba manejar y estaba realmente disfrutándolo.
-Ayer fui a una gitana para…
-Sabés que no me gusta que vayas con ese tipo de gente – la interrumpió, aunque sin convicción.
-Ya sé que no te gusta, pero quería saber si Daniel iba a volver conmigo…Esta gitana adivina el futuro – advirtió que a su madre no le interesaba la charla. Estaba abstraída en la ruta, perdida en sus propios pensamientos.
-¿Y qué te dijo, mi amor? – preguntó, aunque la respuesta no le interesaba.
-De Daniel, nada. Pero me dijo algo que te va a asustar.
-¿Qué me puede asustar a esta altura del partido? – respondió la mujer al volante.
-Que vamos a morir en un accidente – respondió la joven, quien no apartó los ojos de su madre para ver su reacción. Increíblemente, no movió ni un músculo de la cara.
-¿No te da miedo, mamá? – silencio. La madre estaba en otra cosa. Entonces, agregó:
- ¿Sabés? No le tengo miedo a la muerte – dijo la joven.