Soneto de la novia
dormida
La tarde se desangraba en el río.
Se desmayaban las sombras. Vos ibas,
Con un ocaso de aves fugitivas,
Lentamente, por la mudez del frío.
Intenté tocarte. Así el vacío.
Mis muertas manos se quemaron vivas.
Verdes almenas danzaban cautivas
De la brisa bajo un cielo baldío.
Un muecín astilló de repente
Con tu nombre, mi sueño desolado.
Vos, junto a mí, dormías dulcemente
Mecida por un río enamorado.
¡Tierna visión de mi novia ausente
En su prisión de sombras, a mi lado!
Marcelo
Jaurane
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