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San Fernando, Buenos Aires, Argentina
profesor de Lengua, Literatura y Latín

jueves, 3 de octubre de 2013

Para Chavela Vargas, por su luz desangrándose en el canto. En tu memoria, por tu ausencia innecesaria...
I
Chavela, tu última copa

Cuando a Chavela se le quiebra el canto, 
su corazón de a trinos se derrama.
verso a verso se va urdiendo la trama
de su voz como tejida por un llanto.

Va creciendo su hermoso desencanto
con cada verso que su voz declama:
un gorrión crucificado en la rama,
astillándose quebranto tras quebranto.

Su copla dolorosa se deshila,
su himno desolado se levanta,
su corazón en trinos se destila...

Nada. Silencio. Chavela ya no canta.
Las sombras, en un vaso de tequila, 
quebraron el gorrión de su garganta.

II
Chavela en su infierno y en mi alma

¿Adónde van los santos pecadores?
¿Adónde, su esperar desesperado?
¿Tequileando, quizás, por su pasado?
¿O por su amada, amor de sus amores?

¿Adónde van las reinas de las flores
grises con su cantar enamorado?
¿Adónde, con su verso desangrado,
libres ya de la vida y sus horrores?

Viviendo al borde sus abismos,
tuvieron por patria sus soledades
y siempre en batalla consigo mismos.

No sé cuáles serán sus heredades:
sólo sé que en el salmo de sus sismos
yo descubrí su infierno en mis verdades.

Marcelo Jaurane

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